La procrastinación es el acto de posponer tareas importantes en favor de actividades menos significativas o que nos provocan placer inmediato. Este es un comportamiento que afecta a muchas personas, en mi caso hay ocasiones donde me ha afectado tareas académicas, laborales y hasta responsabilidades en mi casa.
Todos lo hemos experimentado. Pero, si la procrastinación no es flojera, entonces, ¿qué es? En términos psicológicos, es una manifestación del auto sabotaje. La capacidad de autoconocimiento desempeña un papel fundamental en la comprensión de por qué experimentamos malestar al procrastinar.
¿No te invade el sentimiento de culpa al ver que el reloj avanza y aún no haber hecho esa tarea? Al procrastinar, somos conscientes de que esta evasión probablemente no sea una decisión sensata y a pesar de tener plena conciencia de esto, persistimos en postergar la tarea.
Al procrastinar, regalamos nuestro tiempo, sin esperanza de recuperarlo. Dejamos pasar tiempo para actuar, postergamos acciones necesarias para conseguir nuestras metas y saboteamos nuestros objetivos. ¿Cuántos sueños, proyectos y oportunidades hemos dejado pasar simplemente porque dijimos “lo haré después”?
Cada día que posponemos nuestras metas y responsabilidades es un día menos para construir el futuro que deseamos. Vivimos en un mundo lleno de distracciones, donde la tentación de posponer el trabajo en favor del entretenimiento siempre está presente. No obstante, Tim Pychyl, un profesor de Psicología en la Universidad Carleton en Ottawa, dijo que “La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”.
Parece irónico, pero procrastinamos para evitar sentimientos negativos, pero terminamos generando ansiedad, culpa y estrés. Me ha pasado que tengo cosas que debo hacer, pero no las hago, y eso me atormenta. La ansiedad se incrementa a medida que se acercan los plazos y el ciclo de la procrastinación se perpetúa.
La frase “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, se convierte para mi en llamado urgente que me recuerda que el tiempo es un recurso valioso y que cada día que posponemos una tarea importante es un día menos para avanzar hacia nuestros objetivos. Podemos crear hábitos para vencer la procrastinación, gestionar nuestras emociones y evitar muchas frustraciones a futuro.
Hay que reconocer y entender por qué lo hacemos. ¿Es por falta de motivación? ¿Mala regulación de mis emociones? o simplemente ¿falta de disciplina?
La autorreflexión nos permite identificar las causas. Define objetivos específicos y plazos realistas. Identifica las tentaciones que te hacen procrastinar y elimínalas o redúcelas. El tiempo es un recurso valioso y limitado, no permitamos que la procrastinación nos consuma. No olvides “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Enfrenta al ladrón del tiempo.
¡Nos leemos en la próxima!