En las elecciones de 2024, Donald Trump logró conquistar a un grupo demográfico inesperado pero crucial: los hombres jóvenes. Y no fue casualidad. Su campaña apuntó directamente a un tipo de “masculinidad aspiracional” que hace eco entre muchos de estos votantes. Para ellos, Trump no es solo un político; es un símbolo de éxito, poder y riqueza, en un momento donde sienten que esas metas se les escapan. ¿Qué tiene Trump que lo hace tan atractivo para estos hombres?
El mensaje de fuerza y control
Para muchos de estos votantes jóvenes, el panorama económico es oscuro: empleos estancados, salarios bajos y una percepción generalizada de falta de oportunidades.
En un contexto donde el “sueño americano” parece cada vez más un mito, Trump utilizó una narrativa de un “regreso a los buenos tiempos,” donde, con esfuerzo, cualquiera podía prosperar, lo que para estos hombres jóvenes es una promesa tentadora.
Trump representa ese “hombre fuerte” que les dice que todo es posible, el símbolo de alguien que no deja que las limitaciones lo detengan, alguien que ha “logrado” lo que ellos desean.

Asimismo, más allá de lo económico, hay una crisis de identidad en el terreno masculino. Las figuras tradicionales de la masculinidad han estado siendo cuestionadas en la cultura actual. En algunos casos, se han eliminado de la narrativa pública.
Aquí es donde Trump encaja para muchos de estos jóvenes. Él no es la figura moralmente perfecta, pero proyecta una imagen de autoridad, fuerza y provocación.
En un mundo que perciben cada vez más incierto, Trump les parece una figura sólida, que encarna una versión de masculinidad que no se avergüenza de ser fuerte y “problemática”.
Una campaña con influencers y la manosfera
Trump no solo invocó a estos hombres jóvenes a través de discursos; su equipo diseñó una estrategia que lo llevó a los rincones digitales que frecuentan.
Sabían que plataformas como podcasts y redes sociales son el principal espacio de interacción para estos jóvenes, así que colaboraron con figuras influyentes en estos medios. Joe Rogan, con su audiencia predominantemente masculina, aunque sin apoyar abiertamente a Trump, proporcionó una plataforma indirecta.
Otros influencers como los Nelk Boys, Theo Von, y figuras de la “manosfera” contribuyeron a amplificar la narrativa de Trump en torno al éxito, la autosuficiencia y la masculinidad tradicional.
Sin necesidad de que estos influencers respaldaran explícitamente su campaña, muchos de ellos reforzaron indirectamente el mensaje de “recuperar el control” y oponerse a las ideas progresistas que, para muchos de estos hombres jóvenes, se sienten como una amenaza a su identidad.

La brecha de género en la política: una señal para el futuro
La victoria de Trump en 2024 marcó no solo un triunfo electoral, sino un síntoma claro de la creciente polarización de género en la política estadounidense.
Estos hombres jóvenes, que sienten que el sistema los ha dejado de lado, encontraron en Trump una figura que no solo valida sus preocupaciones, sino que les da una razón para sentirse importantes en una narrativa donde se sienten excluidos.
Y en el otro extremo, el candidato demócrata capturó el voto de muchas mujeres educadas, especialmente aquellas que ven en el progresismo una vía hacia la igualdad y la inclusión, marcando una clara división en cómo cada género percibe sus propios intereses.
¿Estamos viendo un cambio profundo en la política de género o es solo una moda pasajera? Lo que queda claro es que, en un contexto tan polarizado, votar se ha convertido en una declaración de identidad, y la victoria de Trump es un claro recordatorio de que la política en Estados Unidos sigue siendo, ante todo, un reflejo de nuestras aspiraciones y miedos más profundos.